> Miguel Garví, escritor: ¿Por qué discutimos?

jueves, 20 de agosto de 2015

¿Por qué discutimos?


Decía mi admirado José Luis Sampedro que, “el miedo es más fuerte que el altruismo, que la verdad”. El miedo hace que las personas no reaccionen, que sean obedientes al palo que blande la persona que ejerce la fuerza.

Bien, el pasado día 14 de agosto escribía un artículo titulado “Morir en España”. Se refería este, a la tragedia ocurrida en Cuenca con el asesinato de dos jóvenes, Laura y Marina, dos mujeres en la flor de la vida, que empezaban a vivir, a saborear su devenir, cuando un presunto asesino, exnovio acababa con la vida de ambas chicas.


Me refería a la polémica surgida por la aprobación de la Ley que permite a los jueces encarcelar a un monstruo de por vida. No es una cadena perpetua, como hubiese sido lo lógico aplicar a una persona que no quiere vivir con el resto de sus iguales, es alguien que ha decidido llevar una existencia aparte de la sociedad, que no respeta sus leyes, ni le importa el bienestar de los que le rodean y mucho menos el dolor que causan. Un personaje de esta calaña no puede volver a salir a la calle, una vez cumplida una mínima condena. La mayoría, por no decir todos, vuelven a delinquir y lo que es peor, a matar a un inocente.

Hacía mención en este artículo a que el PSOE ha recurrido esta Ley. También y ya al final del mismo retaba a Pedro Sánchez, hasta hoy Secretario General de la formación política, a que se pusiese delante de las madres de Laura y Marina, o de cualquier otra chica, chico, mujer, hombre, niño o niña y les dijese mirándoles a los ojos, que el asesino tenía derecho a salir a la calle una vez cumplida la condena, justificando tal atrocidad cometida como si fuese un simple error, algo que sucedió.

Decía, y me indigno con ello, que ya existen serias dudas en condenar a este presunto culpable a la prisión permanente revisable. Tenemos hasta miedo de decir cadena perpetua revisable, sin duda no es políticamente correcto, pero sí lo es, poner en la calle a un asesino que volverá a matar pasados unos años.

Me aposté con el Sr. Sánchez un pincho de tortilla y caña, y he ganado. Bromas aparte, vuelvo al miedo que decía al principio. Se nos asusta con esa Ley para que luego dejarla en agua de borrajas. Cuando le juzguen a él o a cualquier otro y el caigan 20 años, dirá aliviado, menos mal, “solo han sido 20 años, que con algún trabajillo en la cárcel, la buena conducta… se quedarán en 15 años y cuando haya cumplido un tanto por ciento de la condena, saldré el libertad condicional, solo tendré que ir a dormir al presidio”.

En estos momentos me viene a la cabeza un rótulo que colgaba de las puertas de las antiguas prisiones provinciales, tal vez alguien las recuerde: “Odia el delito y compadece al delincuente”, esos rótulos creo que han desaparecido, pero han quedado en la conciencia de los españoles, al menos de nuestros “queridos” políticos. ¿Por qué razón vencen la balanza del lado del delincuente? ¿Por qué lo compadecen? Por qué razón no se inclinan del lado de las víctimas? ¿Cuántas veces tenemos oído a las asociaciones de víctimas del terrorismo pedir, pedir y hasta suplicar ayuda y comprensión para con sus problemas ante la casta gobernante, sea del color que sea?.


No entiendo pues, por qué razón discutimos por algo tan elemental, que hasta un niño de corta edad lo comprendería mejor que los mayores.


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